La temperatura en California durante los finales de julio suele ser terriblemente elevada y sofocante. Tal es así que hay un hito asentado en la historia, del año 1943, donde dos personas que sufrían de muchísimo calor decidieron calmar los más de 45 grados de sensación termina que marcaba el termómetro con un chapuzón. Ellos fueron Mike Valles y Bobby Daste.
Estos jóvenes mexicanos pedalearon durante casi 8 km hasta llegar a la orilla de una piscina localizada en Perris Hill. Se fueron turnando entre ellos y quien descansaba durante el tiempo que el otro pedaleaba lo hacía sobre un incómodo cojín asentado en el caño principal de la bicicleta.
En la entrada a esta hermosa y refrescante piscina fueron consultados por el encargado del lugar si ambos eran mexicanos, a lo que respondieron que sí. Entonces obtuvieron la negación del guardia para ingresar ya que “ese no era su día”. Claro lo que sucedía y ellos dos desconocían es que los distintos grupos étnicos tenían diferentes días para bañarse en la piscina. A ellos particularmente les tocaba un día antes de que el agua sea cambiada y por ende, limpiada la piscina.
Esta segregación no tenía ningún fundamento legal, tan solo era llevado a cabo bajo un criterio de facto. "No había ordenanzas municipales específicas que prohibieran el acceso a los mexicanos y latinos en general por su origen étnico, sino que era una segregación que se daba de forma bastante aleatoria", concluye el experto historiador de la época, Mark Ocegueda.
Así fue como se comenzó a denominar al día de baño de las personas mexicanas como “los lunes mexicanos”, los cuales eran muy comunes en las ciudades de este estado. Este historiador también concluye que "durante muchos años la narrativa histórica sobre los problemas raciales que se presentó al público se centraba en la tensión blancos/negros, porque aquellos que estudiaban la segregación se enfocaban en la de las escuelas y la de las áreas recreativas les parecía menos significativa, y también por un mal trabajo de archivo".