Muchas veces escuchamos hablar de inteligencia emocional sin saber realmente qué hay detrás de ella. Se trata de un elemento clave dentro de la inteligencia que colabora en el cerebro a tomar distintas decisiones. Es un balance de la función de, valga la redundancia, las funciones intelectivas y el orden emocional.
El cerebro tiene distintas partes de inteligencia y todas funcionan en integración. Y aquello que se vincula con el razonamiento está en el lóbulo prefrontal, definido por especialistas como “lo que nos hace intelectivamente humanos”. Pero en la parte central del cerebro hay algo que se denomina sistema límbico, que tiene que ver con las emociones.
¿Cuáles son las características de la inteligencia emocional?
La inteligencia emocional se refiere a las capacidades psicológicas que implican el sentimiento, entendimiento, control y modificación de las emociones propias y de terceros. Este tipo de inteligencia no permite tomar decisiones con sabiduría y resolver problemas complejos. Dentro de ella encontramos la percepción emocional, la comprensión emocional y la regulación emocional.
Científicos afirman que la percepción emocional es saber lo que sentimos y también lo que sienten los demás (a través de la empatía) y si no percibimos las emociones, se produce el analfabetismo emocional. Una vez que lo percibimos, llegamos a la comprensión emocional, la cual se refiere al contexto de cada situación y por qué sentimos lo que sentimos (como así también terceros). Cuando esas dos cosas se desarrollaron, lo que hay que hacer es regular o administrar las emociones a nuestro favor, llegando a la inteligencia emocional.
En este marco, se considera que una persona es emocionalmente inteligente cuando es capaz de gestionar satisfactoriamente las emociones para lograr resultados positivos en sus relaciones con los demás. La inteligencia emocional desempeña un papel central en el éxito de todo tipo de relaciones humanas, desde las sentimentales y familiares hasta los vínculos laborales. Por ende, el manejo de esta inteligencia por parte del cerebro es fundamental.