Miles de personas evitan tomar sol porque consideran que pueden causar efectos secundarios sobre su piel. Incluso en algunas ocasiones se ha instaurado la creencia de que puede generar cáncer de piel. Sin embargo, esos son casos extremos. Es que exponerse al sol de manera adecuada y controlada durante el verano trae un amplio abanico de beneficios, especialmente por la absorción de vitamina D.
¿Por qué debo tomar sol en verano?
De acuerdo a expertos, uno de los principales beneficios de tomar sol es la transmisión de vitaminas esenciales para el cuerpo, como sucede con la vitamina D. Este nutriente es necesario para que nuestro cuerpo absorba el calcio y el fosfato de los alimentos, minerales vitales para tener huesos, dientes y músculos sanos.
En consecuencia, independientemente de la edad, tomar sol es una práctica que sí o sí debemos hacer este verano para aprovechar estos beneficios. Además, distintos estudios demostraron que quienes se ven casi obligados a hacer son los atletas.
Esto se debe a que los deportistas necesitan vitamina D para estimular el crecimiento de las células musculares. Si una persona no tiene los suficientes niveles de este nutriente al no tomar sol, podría contraer enfermedades de diversa índole, disminuyendo notablemente el rendimiento atlético (más aún en la alta competencia)
Por otro lado, también debemos tomar sol en verano porque estaremos fortaleciendo los huesos, algo que deberán realizar casi obligadamente los niños y los adulos mayores. Para ser más específicos, niños deberán exponerse a los rayos del sol para evitar raquitismo y fracturas óseas, al mismo tiempo de demostrar deficiencia en el crecimiento de los dientes. Mientras que en los adultos se evitarán dolores óseos y debilidad muscular, como así también osteoporosis en personas mayores.
Es por ello que se recomienda tomar sol en verano, al menos 30 minutos, pero en un horario en donde el calor no es tan fuerte. Estará bien hacerlo en las primeras horas de la mañana o en últimas horas de la tarde.