La creencia popular sobre la relación entre la agresividad en los perros y su raza ha sido objeto de debate durante años. Sin embargo, nuevos estudios sugieren que la educación y el ambiente juegan un papel crucial en el comportamiento canino, lo que desafia la noción de que la agresividad está determinada por la genética.
De acuerdo con expertos en el campo, como educadores caninos y veterinarios, se ha observado que los ejemplares de razas pequeñas tienden a mostrar comportamientos más agresivos. No obstante, esta agresividad no estaría intrínsecamente ligada a su raza, sino más bien al ambiente en el que son criados y educados.
¿Las razas de perro pequeñas son las más agresivas?
Los perros de razas pequeñas suelen recibir un trato diferente en comparación con sus contrapartes de razas más grandes. A menudo, son menos propensos a recibir entrenamiento formal con un educador canino, son sobreprotegidos por sus propietarios y pueden desarrollar comportamientos más miedosos debido a la falta de exposición y socialización adecuadas.
Según estudios recientes, solo el 9 % de la variación en el comportamiento agresivo de los perros se puede atribuir a la raza, lo que subraya aún más la importancia de la educación y el ambiente en la formación de su conducta.
Al estudiar el nivel de agresividad en función de la raza, se han utilizado varios enfoques, como el análisis de estadísticas de agresiones a humanos, casos reportados por clínicas de comportamiento, opiniones de expertos y resultados de pruebas de conducta.
Sin embargo, todos estos enfoques destacan la influencia significativa del ambiente y la educación en el comportamiento de los perros.
La verdad sobre la agresividad en los perros?
Un estudio publicado el pasado mes de abril en la revista Science indicó que existen conductas que son “hereditarias” como en los humanos, que esta es superior al 25 % y que la raza posee un escaso valor predictivo para el comportamiento (solo explica el 9 % de su variación).
Entonces, se dejó en claro que hay muchos comportamientos que están asociados con la conducta, pero que varían según el ADN. Es por todo esto, que se habla de que la agresividad en los perros no puede ser totalmente atribuida exclusivamente a su raza, sino que depende en gran medida de la educación, socialización y ambiente en el que se crían.
Podemos concluir que, más que razas potencialmente peligrosas, existen ambientes potencialmente peligrosos que condicionan la conducta de los perros. Este nuevo enfoque permite reconsiderar las percepciones sobre las razas caninas y reconocer la importancia de proporcionar una educación adecuada para promover comportamientos saludables en las mascotas.