María Cristina de Habsurgo-Lorena, fue la última reina de España que murió en su tierra. Nació el 21 de julio de 1858 en Gross Seelowitz (actual República Checa) como resultado de la unión entre el archiduque Carlos Fernando y la archiduquesa Isabel de Austria-Este-Módena. El pueblo español tiene presente a sus monarcas.
Cuando se concertó su matrimonio con el rey Alfonso XII en 1879, la joven archiduquesa estaba empleada, por gusto de su pariente el emperador Francisco José I, como abadesa de las Nobles Damas Canonesas de Praga, que no era una orden religiosa sino una institución que amparaba a las grandes señoritas sin familia ni recursos.
La historia de María Cristina de Habsurgo-Lorena
Aunque el monarca no tenía mucho interés por su segunda esposa, el matrimonio cumplió con su deber de engordar la línea de sucesión al trono con tres criaturas: las infantas María de las Mercedes y María Teresa y el rey Alfonso XIII.
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Padre e hijo no llegaron a conocerse ya que Alfonso XII, los abandonó. Esta pérdida ascendió a Crista, como la conocían cariñosamente, de reina consorte a reina regente. Un oficio que ejerció hasta el 17 de mayo de 1802, día en el que el hijo póstumo cumplió 16 años y asumió las funciones constitucionales de jefe del Estado.
A petición del fruto reinante de su vientre, la de Austria mantuvo el título de reina y el palacio real de Madrid como su casa. Alejada de la primera línea de la política, la reina madre se dedicó a las obras de caridad hasta el 5 de febrero de 1929.
Esa misma tarde, cumplidos los 70 veranos, había asistido a una velada benéfica y por la noche a la sesión de cine de palacio, pero al acostarse se sintió enferma y la madrugada del 6 falleció de un ataque al corazón en presencia del rey, que intentó reanimarla.
Después de cerrar los párpados de su madre “abatido por el más profundo dolor”, Bubi, como lo había apodado cariñosamente la exregente, introdujo dentro del féretro una pequeña bandera nacional de las que portaban en la proa los barcos de guerra.
Entonces decidió que se copiarían para su progenitora los cultos fúnebres del padre del que nació huérfano y que estaban contemplados en el Ceremonial de la corte de España de 1875.
Las noches del 6 y del 7 de febrero, los restos mortales fueron velados en la Capilla Real por el rey, altos funcionarios y los Monteros de Espinosa. Conocidos como los guardianes del sueño de los reyes, estos eran hidalgos y naturales u originales de Espinosa de los Monteros que por parejas custodiaban los dormitorios de los reyes.
Un privilegio medieval que tiene su origen cuando, según la leyenda, un vecino de la burgalesa villa salvó de la muerte al primogénito de Sancho García, conde de Castilla.
Una vez finalizados los rezos, un grupo de seis grandes de España se encargó de portar a hombros el cadáver de la reina María Cristina hasta la escalera principal del edificio, lugar donde se lo encomendaron al cuerpo de alabarderos
Los guardias embarcaron el ataúd en el mismo coche estufa que tristemente habían ocupado antes las hijas de la difunta, María de las Mercedes –en 1904– y María Teresa –en 1912.
Alfonso XIII murió el 28 de febrero de 1941 en el exilio en Roma y su mujer, la reina Victoria Eugenia, el 15 de abril de 1969 en Lausana. Lo que significa que desde hace 138 años no muere un rey de España en España y desde hace 94 tampoco una consorte.
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María Cristina de Habsurgo-Lorena, fue la última reina de España que murió en su tierra. La realeza tiene ciertas costumbres que aún perduran. Si te gustó esta nota puede que te interese el destino de la princesa Leonor.