La historia de amor entre la realeza y Hollywood siempre ha fascinado al público, pero pocos romances han sido tan intrigantes como el que podría haber unido a Carlos III, el actual rey de Gran Bretaña, y la icónica actriz y cantante Barbra Streisand. Es que además de Lady Di y Camila, el hijo de Isabel II robó el corazón de otra reconocida mujer.
En su libro autobiográfico, "My Name is Barbra", Streisand revela detalles de su relación con el entonces príncipe de Gales, insinuando que con un poco de suerte y estrategia, podría haber sido la primera princesa judía de la monarquía británica.
¿Cómo se conocieron Barbra Streisand y el rey Carlos III?
Barbra Streisand y el rey Carlos III se conocieron en 1974 en el set de la película "Funny Lady", en la que Streisand protagonizaba el papel principal. Este encuentro marcó el inicio de una amistad que, según la propia Streisand, podría haber sido mucho más.
La artista relata en su libro cómo el príncipe quedó encantado con ella, lo que dio pie a numerosos encuentros y cartas intercambiadas a lo largo de los años. En una de esas misivas, Carlos expresó su admiración por el talento y la personalidad de Barbra, una relación que, según algunos rumores, causó cierta incomodidad en el entorno real.
El reencuentro de Barbra Streisand y el rey Carlos III
Después de su primer encuentro en 1974, Barbra y Carlos se reencontraron veinte años después, en 1994, tras un concierto de Streisand en el Wembley Arena de Londres.
Este reencuentro reavivó su amistad y el príncipe no escatimó en elogios hacia la artista, enviándole una nota donde expresaba cuánto había disfrutado del concierto. Este gesto reflejó la continuidad y profundidad de su relación, manteniendo viva la especulación sobre lo que podría haber sido si las circunstancias hubieran sido diferentes.
¿Qué hubiese pasado si Barbra jugaba bien sus cartas?
La propia Streisand reflexiona en su autobiografía sobre las oportunidades no aprovechadas en su relación con el príncipe. "Si hubiera jugado bien mis cartas, podría haber sido la primera princesa judía", escribió.
Esta frase no solo destaca la cercanía entre ellos, sino también las posibles implicaciones históricas y culturales de tal unión. Una princesa judía en la familia real británica habría sido un hito significativo, cambiando potencialmente la percepción pública de la monarquía y marcando un precedente en la inclusión y diversidad dentro de la realeza.