Creer o reventar. Muchos sostienen que saben cuándo descenderá el termómetro, cuando lloverá y qué día correrán fuertes ráfagas de viento. Otros consideran que es solo un mito y cuestión de azar. Los primeros revelaron que su dolor en las articulaciones anticipa los cambios de temperatura, mientras que los segundos exigen que se hagan investigaciones al respecto, algo que ya ha sucedido.
Distintos estudios científicos se ocuparon de este debate en donde ponen en el ojo de la tormenta el dolor en las articulaciones y su vínculo con los cambios de temperatura. Si bien todos han sido parciales y con distintas metodologías, se pueden sacar algunas conclusiones. Estudios parecen indicar que los cambios meteorológicos pueden inducir hinchazón y afectar la forma en que los nervios que rodean los tejidos lesionados o inflamados se comunican con el cerebro. Esto reaviva o intensifica la sensación de malestar.
Investigaciones al respecto
Un estudio publicado en 2016 investigó la relación entre las condiciones meteorológicas y el dolor relacionado a fracturas óseas. Los investigadores les preguntaron a los pacientes cuánto dolor experimentaban y registraron los datos meteorológicos locales de ese día, como la temperatura, la presión atmosférica y la humedad. En este marco, los analizados expresaron mayor intensidad de dolores en las consultas anuales de seguimiento si la presión atmosférica era baja, si la temperatura era mayor a 35° y si la humedad relativa era superior al 70% en los días de las consultas.
Por otro lado, una investigación desarrollada en el año 2007 descubrió que el dolor asociado a la artritis de rodilla aumentaba con cada descenso de 10 grados de la temperatura, pero el dolor disminuía cuando bajaba la presión atmosférica. Por ende, la relación entre ambas partes no sería solo un mito.
Además se realizaron estudios en animales, para terminar de erradicar el mito o confirmarlo como una realidad. Una investigación, por ejemplo, descubrió que las ratas artríticas mostraban más comportamientos relacionados con el dolor en entornos de baja presión y baja temperatura. Según un estudio, los nervios de las ratas que comunican las sensaciones de dolor en las articulaciones al cerebro eran más activos a menor presión atmosférica.