Todos hemos experimentado esa sensación de desear intensamente un alimento específico, ya sea algo dulce, salado o cremoso, para lo cual esto es lo que debes hacer si tienes antojo de comer algo dulce, según Harvard.
Aunque muchas veces intentamos seguir una dieta equilibrada, los antojos pueden ponernos a prueba. Pero, ¿por qué surgen estos impulsos tan irresistibles? La respuesta no es tan simple como un capricho: según la ciencia, hay varias razones detrás de estos deseos repentinos.
¿Qué causa los antojos, según la ciencia?
Los antojos son respuestas naturales del cuerpo que se desencadenan cuando percibimos señales en nuestro entorno. Un simple aroma o la vista de un anuncio publicitario puede activar el sistema de recompensa del cerebro, según Gabrielle Weidemann, profesora asociada de Ciencias Psicológicas de la Western Sydney University, en Australia. .
Esta activación nos recuerda la satisfacción que sentimos al comer ciertos alimentos ricos en grasas, azúcares o sal, lo cual está profundamente arraigado en nuestra evolución.
En tiempos antiguos, estos alimentos eran difíciles de encontrar, por lo que desearlos y consumirlos representaba una ventaja para la supervivencia.
Hoy, sin embargo, están disponibles por todas partes, y nuestras respuestas cerebrales siguen siendo las mismas, lo que nos lleva a antojarnos de manera repentina.
¿Cómo influyen las señales externas en los antojos?
El ambiente que nos rodea es clave para entender por qué aparecen los antojos. Desde anuncios publicitarios hasta el simple hecho de ver a alguien disfrutar de un snack, nuestro cerebro responde automáticamente.
Estas señales desencadenan una serie de reacciones físicas, como el aumento en la producción de saliva y la actividad gástrica. Aunque estas respuestas son automáticas, lo que decidimos hacer con ese impulso depende de otros factores, como la disponibilidad del alimento, su costo o si se alinea con nuestros objetivos de salud.
¿El estrés influye en los antojos?
El estrés es otro factor que puede intensificar nuestros antojos. En situaciones de estrés, nuestro cerebro tiende a priorizar recompensas inmediatas, como el placer de comer, en lugar de objetivos de salud a largo plazo.
Esto puede llevarnos a optar por alimentos con un alto contenido calórico o a comer en exceso. Además, cuando estamos hambrientos, tendemos a subestimar las calorías y elegir porciones más grandes, lo que hace que el acto de comer se sienta aún más gratificante.
¿Por qué deseamos alimentos específicos?
No todos los antojos son iguales. Según investigaciones recientes, nuestros antojos suelen ser muy específicos. Por ejemplo, si ves un anuncio de papas fritas, probablemente no te sentirás satisfecho con un trozo de torta: querrás algo salado.
Esto se debe a que las señales que recibimos no solo nos incitan a comer en general, sino que también nos orientan hacia categorías específicas de alimentos, como los dulces o los salados.
¿La genética y el historial alimenticio juegan un papel en los antojos?
Nuestra historia personal con la comida, así como nuestra genética, también pueden influir en los antojos. Algunas personas están más predispuestas a desear ciertos alimentos debido a sus experiencias previas o a factores genéticos.
Sin embargo, no todo está en nuestras manos, y confiar únicamente en la fuerza de voluntad para resistir estos impulsos es complicado. De hecho, el simple hecho de tener un alimento frente a nosotros puede hacer que lo consumamos, incluso si no tenemos hambre.
¿Cómo podemos controlar los antojos?
Si bien no podemos eliminar las señales del entorno que provocan nuestros antojos, sí podemos tomar medidas para manejarlos. Algunas estrategias incluyen reconocer los antojos y buscar alternativas más saludables, como nueces en lugar de papas fritas o frutas en lugar de dulces.
Planificar las compras y evitar hacerlas cuando tenemos hambre también puede ayudarnos a evitar decisiones impulsivas. Además, tener alimentos saludables a mano y visibles en casa es una forma eficaz de promover mejores elecciones alimentarias como este pan con maíz y almidón que es el mejor del mundo.