El tomate es una fruta de las más consumidas en todo el territorio americano. Cuenta con características únicas y distintos beneficios al organismo, por lo que muchos optan por consumirla en ensaladas, pero también en batidos. Sin embargo, durante el invierno, más de una familia rechaza su ingesta debido al sabor: cambia radicalmente en comparación del verano, pero, ¿por qué sucede?
El tomate cambia durante el invierno
Primero y principal, partamos de la base de que esta fruta es propia del verano, por lo tanto en meses de frío estaremos consumiendo tomates fuera de estación. Incluso algunos vendedores guardan en cámaras de frío estas frutas para venderlas en diciembre, enero y febrero. Una vez que se introducen los tomates a las cámaras para impedir su degradación o para ser exportados, se detiene el desarrollo de su sabor, teniendo una hortaliza más desabrida de lo habitual. Así mismo, existen otras razones extras por la cual el sabor es distinto.
Por otro lado, según especialistas, se realizan modificaciones en los genes del tomate para retrasar su madurez, causando un sabor poco atractivo para nuestros paladares. Es que tiene 12 cromosomas y cada uno de ellos tiene 3 mil genes, por lo tanto si se altera un gen de resistencia se modificará uno del sabor. Es por ello que notaremos cómo los sabores se han cambiado a lo largo del tiempo.
Y como si fuera poco, la tierra en donde esta fruta es cultivada también cambiará el sabor de los tomates. Quienes trabajan en la tierra y traen consigo una larga herencia de cultivadores de hortalizas, afirman que para recuperar el sabor del tomate hay que retomar las viejas prácticas, aunque ese producto madura rápido y no sea rentable a grandes escalas.
Por ende, se sugiere tener un huerto urbano en el hogar y así disfrutar del sabor real del tomate, tanto al natural como en otras preparaciones y hasta en salsas y batidos. Aunque como mencionamos al principio, esta fruta es propia del verano, por lo que no tendremos tomates en invierno.