Hollywood esta repleto de historias de éxito temprano seguido por un duro descenso. Por ejemplo la de Tatum O’Neal, la actriz más joven en ganar un Oscar, enfrentó una infancia marcada por la tragedia, y en ese mismo sentido la recordada Judy Garland sufrió las exigencias de la fama desde niña, consumida por una industria despiadada.
¿Cómo fueron los duros comienzos de Judy Garland?
Siendo solo una niña, su madre la llevó de gira por todo Estados Unidos, aprovechando su talento vocal en cabarets y clubes nocturnos, donde se presentaba junto a sus hermanas mayores en un grupo de vodevil llamado 'The Gumm Sisters', interpretando diversos números musicales.
A los 13 años, fue contratada por la Metro-Goldwyn-Mayer (MGM) después de que el poderoso Louis B. Mayer quedara impresionado por su talento vocal. Sin embargo, su ascenso no fue fácil, ya que la industria del cine no sabía cómo manejar a una adolescente.
A pesar de protagonizar varias películas exitosas junto a Mickey Rooney, su gran salto a la fama llegó con "El mago de Oz", en donde interpretó a Dorothy, un papel que definiría su carrera pero que también marcaría el inicio de sus problemas personales.
Durante el rodaje, Garland fue sometida a un intenso control físico y emocional. Los estudios la obligaban a consumir anfetaminas para mantenerse despierta durante largas jornadas y barbitúricos para poder dormir. La presión para mantener una imagen juvenil fue tan extrema que incluso le colocaron corsés y le hicieron una estricta dieta que afectó gravemente su salud.
Aunque el éxito de la película le otorgó un Oscar especial, la joven actriz quedó atrapada en una espiral de adicciones y baja autoestima.
¿Cómo afectó Hollywood a Judy Garland?
La fama que tanto había buscado la llevó a una vida de constante vigilancia por parte de los productores y directores, quienes controlaban cada aspecto de su vida. Los insultos y humillaciones que recibía de figuras como Louis B. Mayer profundizaron su inseguridad.
Le llamaban “mi pequeña jorobada” y su tendencia a engordar solo empeoró la situación. Garland intentaba cumplir con las expectativas de Hollywood, pero sus esfuerzos no eran suficientes para una industria que la veía como un producto.
Los altos y bajos en su carrera se hicieron evidentes cuando, tras el éxito de "El mago de Oz", la MGM comenzó a marginarla de otros proyectos importantes debido a sus ausencias.
La presión de mantenerse en la cima provocó en ella ansiedad e intentos de suicidio, lo que la llevó a depender aún más de medicamentos y alcohol. A pesar de continuar trabajando en importantes musicales de la época, su salud mental y física seguía deteriorándose.
Garland nunca se recuperó del todo de su traumática infancia. A lo largo de los años, continuó luchando con sus adicciones, enfrentando matrimonios fallidos y tratando de lidiar con la constante comparación con otras estrellas de Hollywood.
Los abusos de los estudios, sumados a la falta de apoyo emocional por parte de su familia, cimentaron su fragilidad emocional. Para cuando llegó a la adultez, Garland ya estaba marcada por un pasado lleno de cicatrices.
El abuso constante que sufrió desde niña, el control total de su vida y la falta de independencia la convirtieron en un símbolo de las consecuencias más oscuras de la fama. Su trágico final, tras una vida de adicciones y trastornos psicológicos, es el reflejo de lo destructiva que puede ser la industria del entretenimiento.
Tanto Judy Garland como otras estrellas infantiles de Hollywood enfrentaron una realidad cruel: la industria del cine explotaba su talento, pero no las preparaba para los desafíos emocionales y físicos que enfrentaban. El caso de Macaulay Culkin quién logró recuperarse de sus adicciones y se volvió productor de cine, es la excepción a la regla debido a que la industria suele ser muy cruel con las jóvenes promesas.