María Antonieta fue una reina valorada como frívola y elitista, quien se caracterizó por siempre lucir vestidos con telas de excelente calidad y fino gusto en joyería y zapatos a los cuales adjuntaba enormes peinados. Pese a la pobreza y hambruna que su pueblo presentaba en ese momento, ella solía derrochar el dinero del Rey en gastos innecesarios para siempre lucir perfecta y ser la envidia de las otras mujeres de la realeza.
Antes de ser capturada y de su asesinato, María Antonieta envolvió en un paño de algodón sus mejores joyas y las escondió en un cofre de madera, el cual fue enviado a Bruselas para ser custodiado por el conde Mercy-Argenteau, embajador de Austria en Francia. El hombre jamás abrió esta cajita ya que sabía del gran valor que las joyas tenían, por lo que se quedó con él por largo tiempo. Cuatro meses después, Francisco II, emperador del sacro imperio ordenó abrir el cofre y hacer un inventario de su contenido.
La colección de joyas de María Antonieta
Raymond Sancroft Baker, director del departamento de joyería de Christie's. cataloga a esta valiosa joya 'La calidad del collar', que además de perlas provenientes de los mares de Panamá o del golfo de México lleva diamantes y rubíes, es extraordinaria, pero es la historia que lo acompaña lo que lo convierte en un pieza inigualable". Las 12 piezas de perlas naturales grises tiene diamantes incrustados entrelazados en collar de rubíes.
Una de las piezas que se convirtió en el centro de atención en una subasta realizada por la Sotheby's Europa fue 'Perla de la reina María Antonieta', una perla natural en forma de lágrima que cuelga de un diamante ovalado con un cordón de diamantes más pequeños en disposición de un dramático moño que iba acompañada por un collar de perlas del que colgaba el pendiente y un broche. Este alcanzó la cifra de $36,165,090 dólares.
Otra de las pocas piezas que se pudo rescatar fue los brazaletes de diamantes. Ambos fueron encargados por María Antonieta a su joyero favorito, Charles Auguste Boehmer en 1776, dos años después de su reinado. María Antonieta abonó por ellos 250,000 libras, “una suma enorme en ese momento”, detalla el director de Christie’s, "y los pagó con sus propias piedras preciosas, junto con fondos de su esposo, Louis XVI". Este fue vendido el año pasado en una subasta en Ginebra.
Por último, la tiara de diamantes se le encomendó a Köchert, joyerías más prestigiosas de Austria en torno al año 1900. Siendo un regalo del emperador Francisco José I de Austria a Mariana de Austria por su boda con el rey de España, Felipe IV. La que fue reina consorte de España alumbró a Carlos II, el último de los Austrias. Esta joya pasó a ser parte de uno de los accesorios de María Antonieta y la cual le hizo ver como una miembro de la realeza.