En la realeza hay ciertos amoríos que no son bien vistos porque afectan a la monarquía. Así ocurrió con María Cristina de Borbón y su boda prohibida con el guardaespaldas de Fernando VII.
El rey Fernando VII tenía 45 años y tres esposas difuntas cuando en 1829 se casó con su sobrina María Cristina de Borbón-Dos Sicilias de 23 años. Al resto de consortes se las habían elegido, a esta, hija de su hermana la infanta María Isabel de España y el rey Francisco I de las Dos Sicilias, la señaló él.
Hasta ese momento no contaba el rey con descendencia directa y en marzo de 1830, al saber que su nueva esposa estaba embarazada, derogó la Ley Sálica promulgando la Pragmática Sanción. O sea, el varón seguía teniendo preferencia sobre la mujer en la línea sucesoria, pero sus hijas la tenían sobre su hermano, Carlos María Isidro, que ya se veía sentado en el trono.
El amorío de María Cristina de Borbón y el guardaespaldas
La reina María Cristina de Borbón conoció al guardaespaldas de Corps Agustín Fernando Muñoz y Sánchez, quien a sus 24 años ya había sido expedientado -aunque exonerado- por carlista.
Quedó totalmente enamorada por lo que siempre se la arregló para que pusiera al guardaespaldas como su escolta. Cuanto más insensible se mostraba él frente a las constantes insinuaciones de ella, más le gustaba a la consorte.
El 28 de diciembre de 1833, tres meses después de la muerte del rey Fernando VII, los tortolitos contrajeron matrimonio morganático, religioso, en secreto y sin el permiso de las Cortes, o sea, era un enlace ilegal completamente.
Después de la boda vinieron los hijos: ocho en total. Los cinco primeros nacieron en España aunque trataron de ocultarlo esto no funcionó.
Así hay bodas en la realeza que agradan y otras que no. Sin embargo María Cristina de Borbón tenía su boda prohibida con el guardaespaldas.