El príncipe Andrés, hijo de la reina Isabel II, ha causado controversia al negarse a abandonar su mansión en Royal Lodge, ubicada en Windsor. A pesar de que la propiedad necesita reparaciones en el tejado, el príncipe se ha atrincherado en su hogar y no tiene intenciones de mudarse, alegando que tiene un contrato de arrendamiento por 75 años que le permite quedarse allí.
La mansión, valuada en 30 millones de libras, cuenta con 30 habitaciones y es compartida por el príncipe Andrés y su exesposa, Sarah Ferguson.
Sin embargo, debido a su falta de funciones públicas tras su relación con el caso Epstein, se consideraba que la mansión podría ser mejor utilizada por la monarquía reducida que promueve el príncipe Carlos.
Por qué el príncipe Andrés no quiere dejar su mansión
Aunque se le ha ofrecido al príncipe Andrés la posibilidad de mudarse temporalmente a Frogmore Cottage, la residencia de los duques de Sussex, él teme que si abandona Royal Lodge, no se le permita regresar en el futuro.
A pesar de las molestias y los posibles peligros que implican las reformas en el tejado, el príncipe Andrés ha decidido quedarse en su magnífico hogar.
Esta negativa del príncipe Andrés a abandonar su mansión ha generado críticas, especialmente considerando que ha experimentado recortes económicos y le resultaría difícil asumir los costos de mantenimiento de Royal Lodge.
Se estima que el príncipe Andrés ya ha realizado reformas en la propiedad por valor de 7,5 millones de libras, lo que indica su firme determinación de mantenerse allí.
En caso de que el príncipe Andrés finalmente decida abandonar Royal Lodge, se especula sobre los posibles nuevos moradores. Se ha mencionado la posibilidad de que el príncipe de Gales y sus tres hijos se muden a la mansión, así como la opción de alquilarla comercialmente para obtener mayores ingresos.