Marina Doria nació en Ginebra pero es de origen italiano. La reina que nunca reinó fue campeona del mundo en esquí acuático en 1955 y 1957. La mujer se casó con Víctor Manuel aunque su familia no estaba de acuerdo. Sus looks son envidiables.
Marina es plurimedallista en este deporte para el que hace falta gracia y fuerza en la misma medida. En 1954 se prometió con Víctor Manuel, y se casó con él en una ceremonia civil el 11 de enero de 1970 en Las Vegas y en una ceremonia religiosa el 7 de octubre de 1971 en Teherán.
De la unión de ambos nació el empresario, presentador y restaurador Emanuele Filiberto.
Marina Doria la reina que no reinó
Marina Doria siempre estuvo junto a su Víctor Manuel. Podría verse hasta medio paso por detrás de él, pero siempre dispuesta a defenderle con zarpa de tigre, silenciosa y feroz. Con discreción, medida, control.
Su estilo es muy llamativo. Esto es porque Marina Doria es la pérfida Alexis que nunca creímos tener, la imagen perfecta sobre la que los animadores de Disney podrían plasmar a la villana de su próxima película.
Angulosa y suave a la vez, siempre impecable, dibujada con un solo trazo gracias a sus trajes: la representación visual más elocuente de ese power dressing que, más que llevarlo puesto, parece haberlo creado.
Omnipresentes las gafas, con cristales ahumados mejor que oscuros. No porque tenga nada que ocultar. Al igual que Medusa, su mirada es letal, así que mejor solo mostrarla y liberarla cuando realmente merece la pena. Al cuello, collares gruesos y en los lóbulos maxipendientes.
No cabe dudas que son preciosos, pero ante todo llamativos, excéntricos y exagerados. Y con el paso del tiempo, los choker.
Trajes que brillan, como si la década de los ochenta viviese en un presente inmutable y eterno. Chaquetas con hombros anchos, fuertes. Botones que parecen joyas. Los trajes de noche son muy de noche, nada de medias tintas.
Escapadas a Gstaad con un abrigo de piel de zorro plateado. Tacones altos, siempre. La única alternativa son las botas. El pelo, al principio suave, como un hada que baila sobre las olas, pero que en un momento dado se mecaniza, hacia atrás, inmóvil e inamovible.
Marina Doria siempre se ha vestido como nos hubiera gustado verla vestida. Como su carácter lo requería y –nos gusta imaginar– lo exige. Con un evidente distanciamiento de su entorno. Con cierta altivez.
Marina Doria, la reina que no reinó, nunca quiso caer bien. Sin dudas casarse con Víctor Manuel fue un acto de rebeldía. Si te gustó esta nota puede que te interese la celebración del cumpleaños de la reina Camila.