El rey Carlos III está atravesando un momento delicado de salud tras haber sido diagnosticado con cáncer. Esto revivió una vieja historia sobre un diamante maldito de la corona que causa desgracias en los hombres.
Esta temerosa historia es conocida pero por el extenso reinado de la reina Isabel II, es que se fue olvidando de a poco. Sin embargo ha resurgido por el corto tiempo que lleva como rey el hijo de Isabel y por su riesgo de vida.
La maldición de la corona
Este diamante pasó por los príncipes mongoles, guerreros de Irán, hasta que Koh-i-noor (conocido como el diamante infame), llegó a la corona británica. De ahí es que surgió la leyenda de la maldición.
Según cuenta la historia, el diamante fue hallado en una mina en la India en el siglo XIII. Pesaba 186 quilates cuando fue adquirida por los ingleses en 1849. Aunque se les había pedido que respetaran el tamaño, desde la realeza lo modificaron hasta obtener un ovalo con un peso de 105 quilates.
Muchísimos años antes de esta transformación, se registró el uso de la piedra en el libro de memorias de Babur, quien es el fundador de la dinastía mongol. Allí se relata que el diamante pertenecía a un rajá (forma de llamar a un rey), que decía que son su valor podría alimentar al mundo por dos días.
Esta piedra fue robada y la adquirió Humayun, quien era el hijo del emperador mongol. Este murió en la invasión a Dehli en 1739 que estuvo bajo el mando de Nader Shah. Por ende el diamante quedó en manos del triunfador.
Es por esto que nació la leyenda de la maldición del diamante por lo que se creía que aquel que la tuviera iba a dominar el mundo pero el precio de eso sería a ser muy caro.
Para esta leyenda los que pueden utilizar el diamante eran solamente Dios y las mujeres. Esto se fue alimentando cuando la reina Victoria fue nombrada Emperatriz de la India adquiriendo la piedra preciosa.
Un dato a tener en cuenta es que su mandato duró 60 años y fue la segunda reina más longeva de la historia. En la realeza británica el diamante quedó en manos de la reina Madre y luego fue para la reina Isabel II, quien gobernó por más de 70 años.
Esta leyenda que ha resurgido ha despertado preocupación ya que el diamante trae desgracias a los hombres. Casualmente quien usa la corona es Carlos y está delicado de salud.