Máxima Zorreguieta Cerruti, ahora conocida como la Reina Máxima de los Países Bajos, quien vivió una historia única que la conecta de manera especial con Argentina, su país natal.
Nacida el 17 de mayo de 1971 en Buenos Aires, Máxima ha pasado de ser una joven economista a convertirse en una respetada reina europea. La mujer creció en una familia argentina de clase media y vivió en la capital, Buenos Aires.
Su padre, Jorge Zorreguieta, era un prominente funcionario público. Antes de su matrimonio con el entonces príncipe heredero Guillermo Alejandro de los Países Bajos, Máxima Zorreguieta llevó una vida relativamente discreta en Argentina, enfocada en su carrera profesional en finanzas.
Así era la vida de la Reina Máxima
Máxima Zorreguieta creció en un apartamento de 120 metros cuadrados en el barrio de Recoleta, muy lejos de las hectáreas de terreno de los palacios que hoy frecuenta. Su trayectoria académica temprana la llevó a destacarse en el Colegio Northlands, donde demostró su habilidad y dedicación en sus estudios.
Los recuerdos de quienes la conocieron desde pequeña en Argentina la describen a en su infancia como una niña feliz, apasionada por el esquí y fanática de la serie “La casa de la pradera”. Su talento en la cocina, especialmente en repostería, conquistaba los paladares de aquellos que probaban sus delicias.
No obstante, su adolescencia estuvo marcada por decisiones cuestionables que su madre tomó en cuanto a su apariencia física. Máxima Zorreguieta fue sometida a dietas sumamente estrictas y a la obligación de hacer deporte para perder peso, lo que dejó una huella amarga en su vida.
Con respecto a su formación académica,la Reina Máxima continuó su camino en la Universidad Católica Argentina, donde se graduó en Economía en 1988. Mientras estudiaba, se desempeñó en un trabajo de investigación en el mercado financiero en Mercado Abierto S.A. y también impartía clases particulares de inglés.
Su carrera profesional dio un salto significativo cuando en 1996 se unió a HSBC James Capel INC, trasladándose a Nueva York para ocupar el cargo de vicepresidenta del departamento de Ventas Institucionales en América Latina.
El destino cambió por completo cuando en la Feria de Abril de Sevilla en 1999, Máxima conoció al entonces príncipe Guillermo Alejandro de Orange, marcando el inicio de una historia de amor que parecía sacada de un cuento de hadas.
Dos años de noviazgo bastaron para que Guillermo y Máxima Zorreguieta decidiera unirse en matrimonio, desafiando todas las miradas críticas y convirtiéndose en inseparables.