Dormir está relacionado con una necesidad biológica fundamental ya que a través del descanso, el cerebro y el cuerpo se recuperan del estrés acumulado durante el día, se reparan los tejidos neuronales y se consolida la memoria. Cada uno vive esta instancia de manera diferente: algunos logran alcanzar un sueño de calidad durante toda la noche, otros pueden llegar a permanecer largas horas en vilo sin “pegar un ojo” presentando problemas para dormir.
Cuando no se duerme como corresponde, al día siguiente puede aparecer somnolencia y falta de atención, y con el tiempo aumenta la propensión a desarrollar enfermedades. La Asociación Argentina de Medicina del Sueño indica que el 53% de la población tuvo problemas para dormir en 2020 y en 2021 la cifra aumentó a 59%.
Agustina Furnari, médica neuróloga especialista en sueño de la Unidad de Medicina del Sueño de Fleni (M.N. 163237), manifestó que “Hoy se duerme entre una y dos horas menos que hace 50 años. Y la razón tiene que ver con el cambio en el estilo de vida: Cuestiones relacionadas con la adrenalina cotidiana, con la exigente carga laboral y con tener una vida social activa, hacen que nos queden menos horas para el descanso”, agrega la especialista.
Estudios realizados por el Conicet y el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), revelaron que el 14,8% de los argentinos duerme menos de seis horas diarias. Según la encuesta, estas cifras aluden principalmente a personas de entre 35 y 50 años que viven en grandes ciudades.
El resultado se encuentra por debajo del índice recomendado por la Fundación del Sueño de los Estados Unidos que sugiere que para los adultos mayores de 18 años, lo ideal es dormir un mínimo de siete horas.
Dormir es una necesidad universal e ineludible pero son diversos los factores a tener en cuenta para propiciar o no un buen descanso. Especialistas revelan algunos mitos y curiosidades.
Curiosidades
Origen de la cama
Los registros indican que la primera cama se remonta a la Edad de Piedra, hace 227.000 años. Estos datos fueron revelados por la revista Science. Una investigación descubrió que en Border Cave, una cueva en Sudáfrica, había indicios del uso de camas. Los investigadores estiman que aquellas comunidades buscaban un lugar para protegerse de insectos y plagas y a la vez procuraban mantener el orden del espacio. Dichos camastros eran construidos a base de hierbas y cenizas.
Los griegos y los romanos adoptaron las camas y le dieron un carácter multifuncional: en ellas, no solo lo usaban para dormir sino que también comían. Entrada la época medieval, en Europa ya era una costumbre dormir reclinados sobre algún artefacto: las personas de bajos recursos lo hacían sobre paja y heno, en tanto que los ricos las mandaban a construir de gran tamaño, como símbolo de grandeza. Por entonces, independientemente de la clase social, las camas eran comunitarias: allí descansaban familias enteras y a veces también los invitados.
En la modernidad, las camas comenzaron a ser usadas por una o dos personas y eran sinónimo de opulencia y riqueza. Los monarcas, las encargaban con diseños fastuosos y de enorme tamaño. El material predilecto era la madera. Con el paso de los años y por razones de higiene, se fue reemplazando este material por el hierro.
En la actualidad forman parte del mundo íntimo de las personas y son vistas como un espacio para el descanso, cómodo y que genera placer.
¿Cuántas horas duerme una persona?
“Se recomienda que los adultos duerman un promedio de ocho horas por noche para un buen descanso, aunque este número aumenta en la niñez y adolescencia”, sostiene Furnari. Esto se traduce en que una persona duerme un tercio de toda su vida.
¿Cómo no caernos de la cama?
Con el tiempo se desarrolla la propiocepción: el cerebro aprende a tomar consciencia del cuerpo y de la dimensión de los espacios. Por lo tanto, “inconscientemente uno sabe hasta dónde llega la cama y cómo moverse para no caerse”, cuenta Furnari.
Dormir con tapones y antifaz
Según la médica neuróloga, aunque se trate de un hábito válido, que es adoptado por gran cantidad de personas, sobre todo las que viven en las grandes ciudades y son sensibles a la luz y al sonido, “lo ideal es mantener las condiciones naturales a la hora de dormir y adaptar la habitación para evitarlo”. Y suma que lo importante es garantizar un lugar propicio para el buen descanso: fresco y oscuro.
Origen de los despertadores
En la antiguedad, las poblaciones se despertaban a la mañana con los primeros rayos de sol o con el canto de los gallos. Sin embargo, el despertador como se lo conoce hoy en día, fue inventado por Levi Hutchins, un relojero estadounidense en 1787. Por aquel entonces, las demandas de su oficio lo obligaban a levantarse a las cuatro de la madrugada.
De a poco distintas relojerías lo comenzaron a fabricar, lo que causó sensación entre los trabajadores que madrugaban, quienes de esta manera pudieron optimizar su tiempo y ser más productivos. Con el surgimiento de la tecnología, su formato mutó y en la actualidad las alarmas vienen incorporadas a los teléfonos, computadoras, tablets y relojes.
Mitos
Alcohol para relajarme antes de dormir
Si bien el alcohol puede ayudar a que uno pueda dormir más rápido, ya que puede tener un efecto sedante, lo cierto es que a la larga “genera un sueño de mala calidad, superficial y fragmentado”, dice Stella Valiensi, médica neuróloga del Hospital Italiano y presidente de la Asociación Argentina de Medicina del Sueño.
Sucede que este tipo de bebidas “son depredadoras del sistema nervioso central”, comenta Furnari y explica que, en las primeras horas de la noche, cuando aún hay alcohol en sangre lo más probable es que se duerma profundo, pero sin soñar. Ello se debe a que el alcohol actúa sobre el ácido gamma-aminobutírico, un neurotransmisor que inhibe los impulsos entre las células nerviosas y propicia calma. Luego, cuando baja el nivel de alcohol en sangre, el cerebro se empieza a acelerar y se pierde la calidad del sueño.
Por otro lado, Furnari cuenta que el alcohol funciona como un diurético, por lo que su consumo en exceso puede hacer que alguien se despierte en la mitad de la noche con la vejiga llena.
“Miro la tele hasta quedarme dormido”
Según los especialistas consultados, la habitación debe quedar reservada para dormir lo ideal es apagar los dispositivos electrónicos una hora antes de acostarse ya que las pantallas emiten una luz que suprime la secreción de melatonina.
Para muchas personas, la televisión actúa como un somnífero y en pos de ello, recomiendan cuidar el contenido que se mira porque cuando se trata de violencia o de terror, “puede llegar a alterar y generar adrenalina”, y sugiere que lo mejor es mirar películas o series tranquilas y relajantes.
“Me quedo en la cama aunque tenga insomnio”
Dar vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño es común. No obstante, los especialistas consultados revelan que hay que levantarse: “Si uno se queda allí sin dormir, se puede generar una asociación negativa con la cama y el dormitorio”, destaca Furnari. Según dice, lo normal es dormirse en 20 o 30 minutos. Cuando este tiempo se excede, “se sugiere cambiar de espacio e ir a un lugar cómodo donde uno se pueda relajar y hacer alguna actividad para volver a inducir el sueño”. Entre ellas destaca leer con una luz tenue, escuchar música suave o realizar alguna técnica de relajación y, una vez que el sueño vuelve, “se puede retornar a la cama”, dice Furnari.
“Pospongo la alarma cinco minutos más”
El sueño está compuesto por dos fases: la conocida como “no-REM” donde el sueño es ligero, y luego la “REM”, donde se duerme profundo y hay movimiento ocular rápido. Todo el proceso tiene una duración de entre 80 y 100 minutos y se estima que por noche se atraviesan entre cuatro a seis ciclos. Por ende, el problema de posponer la alarma es que se vuelve a entrar en el proceso del sueño, e interrumpirlo “hace que no siga su curso normal y que la persona se levante más cansada”, explica Furnari.
“Ronco porque duermo profundo”
Para los especialistas consultados, el ronquido ocasional es universal. Ahora bien, cuando es persistente, intenso y repercute en la vida cotidiana, es motivo de encender las alarmas”, destaca Valiensi, que explica que a veces puede ser generado por patologías tales como las apneas de sueño o los microdespertares.
Así, son muchos los factores que se ponen en juego al momento de dormir. Conjugar todos ellos para conciliar el sueño de manera exitosa y saludable evitará malestares al día siguiente y garantizará una óptima calidad de vida. Tener en cuenta estos tips podrán evitar problemas en tu descanso.